No podemos huir de algunas situaciones, inevitablemente siempre va a tener
personas que no van a gustar nuestra forma de pensar, de la manera que vemos la
vida, de nuestra manera de ser, sea en medio de la iglesia o fuera de ella, no
conseguiremos agradar a todos. Pero existirán personas que intentará derribar
de todas las formas con palabras contrarias, levantando falso testimonio,
juzgando nuestro carácter, sin embargo, la palabra demuestra que podremos hasta
quedarnos sacudidos, pero no caer en ninguna trampa que planten contra
nosotros, y además los enemigos cayeron en la misma cueva que hacían contra
nosotros. Sin embargo, no podemos tener en nuestro corazón el sentimiento de
venganza, necesitamos tener compasión sobre aquellos que nos persiguen, pero no
dejarnos que ellos paren nuestra caminata diaria hacia la cruz. Hoy el Espíritu
Santo quiere ministrar en nuestro corazón una unción de madurez, de saber
diferenciar lo que Dios piensa sobre nosotros, y lo que la gente piensa, y no
dejar a las opiniones destructivas corromper nuestra identidad en Cristo.
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