Hay momentos en nuestras vidas que
sentimos un vacío en el interior de nuestra alma, que nos sofoca y entristece
nuestro corazón, entonces procuramos llenar ese vacío con varias cosas, y en el
intento de suprimir esa carencia acabamos haciendo elecciones equivocadas. La
gran verdad es que el ser humano no se ha hecho para estar en la condición que
estamos hoy, cuando vemos en Génesis la creación del hombre y de la mujer, Dios
nos creó para vivir libres de todo y tener una relación profunda con su
presencia, pero el pecado entró en nuestras vidas, y las cosas cambiaron
drásticamente, siendo así, para que no vivimos una muerte eterna, Dios no tuvo
otra opción al no ser sacarnos del jardín. Pero el amor del Padre hizo que
tomase la decisión de entregar a su único hijo Jesús, para que pudiéramos
volver a la condición inicial, o sea volver al primer amor. Lo que el Espíritu
Santo hoy quiere mostrarnos que ese vacío que sentimos es vacío de la presencia
de la gloria de Dios, nuestra alma necesita todos los días volver a
relacionarse como en el jardín, y por causa de la cruz, podemos tener
nuevamente acceso a la intimidad con el Señor. Podemos negar, pero dentro de
nosotros hay un clamor por Dios, aunque muchos intentan explicar, tenemos que
parar de luchar y tratar de entender, y simplemente aceptar la invitación de
Jesús, para vengamos a regresar al jardín de la intimidad, porque existe lugar
reservado para todos aquel que necesita de Dios.
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