Jesús una vez contó la
parábola, que había un hombre que descendía de Jerusalén hasta Jericó, y cayó
en manos de ladrones, que lo robaron, lo golpearon, y lo dejaron en el camino
como muerto. Y pasó un sacerdote por allí vio a aquel hombre y pasó recto, poco
después de pasar un levita, viéndolo también pasó recto, pero pasó allí un
samaritano y tuvo compasión de aquel hombre, cuidó de sus heridas, y lo llevó a
un hotel y pagó Por todos los gastos (Lc 10.25-37). Hoy el Espíritu Santo
quiere mostrarnos que es tiempo de ensuciar las manos, cuando Jesús usa como
ejemplo aquel sacerdote y levita, está hablando de nosotros mismos que muchas
veces estamos tan involucrados con cargos, y obligaciones, que no tenemos
tiempo para dar atención a los heridos, y cuando tratamos de hacer algo,
hacemos muy poco. A veces llegamos al herido, hablamos una palabra y creemos
que ya hicimos lo suficiente, pero Jesús hoy nos enseña que tenemos que hacer
lo mejor. Pero hoy en día es difícil encontrar a quien quiera ensuciar las
manos, nadie quiere molestar, no queremos cuidar de las heridas, ni tampoco dar
refugio como aquel samaritano. Hoy es un día de hacer la diferencia, es un día
en que podemos parar un poco de pensar en nosotros y realmente ayudar a aquel
que se pierde. ¡¡¡¡Tenga un buen día!!!!
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