Había un hombre en la tierra de los gerasenos que era endemoniado al
extremo, se lastimaba, vivía en el cementerio, rompía corrientes, pero llegando
a Jesús, acabó con la fiesta de los demonios que habitaban en aquel hombre,
pero a pedido de los mismos demonios, salieron del hombre y se fueron para una
manada de cerdos y se lanzaron al mar. Los que allí se quedaron con tanto
miedo, que pidieron que Jesús saliera de sus tierras, mismo que el Maestro hiciera
un gran milagro. Muchos hoy en día no soportan la liberación que Jesús hace en
nuestras vidas, pues muchas veces para que la liberación suceda tenemos que
renunciar a algunas cosas, y el hecho de perder algo, de renunciar algo,
normalmente nos causa miedo. Sin embargo, tenemos que ver los resultados de la
liberación, y no el precio que pagamos por eso, por mayor precio Jesús ya pagó,
todavía las personas de aquella región no dieron valor al milagro que Jesús
había hecho, pero sólo se preocuparon por los cerdos que perdieron, entonces en
algunas situaciones pedimos cosas a Dios, de las cuales él nos da, pero
quedamos atrapados en cosas que perdemos a causa de la liberación. Tenemos que
confiar más en Dios y mirar las cosas más en lo espiritual que en lo natural.
Meditación Marcos
05 01-17
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