Es muy común para el ser humano, cuando todo está bien,
declarar palabras de victoria, pero basta algo salir mal que las palabras de
murmuración comienzan a salir de su boca. La Biblia nos muestra que una
generación entera no entró en la tierra prometida, a causa de la murmuración,
pues todo lo que Dios hacía nunca satisfacía la voluntad de aquel pueblo. Ahora
tenemos que aprender a dar valor a todo lo que Dios nos ha dado,
independientemente de si Él va a dar lo que queremos o no, pues sólo el hecho
de vivir y tener la esperanza de la salvación ya es una cosa muy grande para
nosotros ser agradecidos. Hay personas que sólo saben reclamar de su situación,
pero no hacen nada para cambiar, dejan el comodísimo reinar en sus vidas, y
viven sólo de murmuración, y también aunque Dios entregue lo que se pidió,
arreglan otra cosa para murmurar. Dios no quiere que seamos como robots, que en
los momentos difíciles finjan que todo está bien abran una sonrisa forzada,
porque el Padre conoce nuestras dificultades, y sabe que hay momentos que no
tenemos como quedarnos felices, entonces no es pecado estar triste, nuestro un
error mayor está en dejar la tristeza controlar nuestra razón, consecuentemente
nos hacen declarar palabras de derrota. Hoy el Espíritu Santo nos enseña que cuantas
más palabras de derrota hablamos, cuanta más reclamación hacemos, más difícil
es cambiar la situación en que estamos, pero hoy profetiza sobre su vida lo que
usted desea que suceda, plante y regué, y Dios dará el crecimiento.
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