Hoy en día es difícil
encontrar a alguien que se contenta con lo que tiene, normalmente la gente
siempre está buscando más, y muchas veces esa búsqueda de más son por cosas
fútiles, cosas que no son del reino. Dios nos ha dado algo mucho más grande que
cualquier cosa que el hombre pueda conquistar, su amor supera todas las cosas,
y no hay nada que llegue cerca de su misericordia. Jesús pagó un alto precio en
la cruz, para que fuésemos salvos, liberados, curados, redimidos por su sangre,
y lo mínimo que podemos hacer es ser felices por eso, aunque no vengamos a
poseer bienes, o si no alcanzamos proyectos personales, que nos arroje todos
los días en su presencia, no podemos conformarnos, pero siempre procurar crecer
aunque eso exija algo de nosotros. Que el Espíritu Santo hoy nos ayude a tener
más gratitud por lo que Dios nos ha dado, que sólo vivir reclamando lo que Dios
aún no ha dado.
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