Una vez estaba
caminando con mi moto y vi a un hombre que estaba empujando su moto por el
canto del respaldo, pasé por él más resolví volver y preguntar lo que había
sucedido y ver si podía ayudar de alguna forma. Cuando lo abordé me informó que
había terminado la gasolina, y me ofrecí para encontrar un puesto y ayudarle si
él quisiera, pero para mi sorpresa no aceptó habló que ya estaba cerca de casa,
entonces cuestioné cuánto faltaba, y él me respondió unos 2 km. Salí de allí e
me quedé pensando se fuera conmigo si tenía aceptado ayuda, por que caminar
llevando una moto seria causaría cansancio, pero El Espirito Santo fue hablando
me que aquel hombre quizá pensaría que yo volvería con más personas con la
intención de robar. Veo que muchos dentro del evangelio están como aquél
hombre, donde la gasolina se terminó, o sea, la motivación acabó, pero debido a
las experiencias malas, no aceptan ayuda de nadie, porque se quedaron heridos.
Las heridas nos impiden de resolver nuestros desafíos de una manera más fácil,
es tiempo de recibir la curación y de perder tiempo tratando de luchar con
nuestras fuerzas, pero recibir ayuda de aquellos que están dispuestos a
ayudarnos en nuestro caminar, y también que Dios nos cure.
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