Lo que no me mató me hizo más fuerte, el abandono que sufrí me dejó más
amoroso, aquellos que me no me visitaron en la enfermedad me hicieron quedar
más cerca de Dios, los que hablaron mal de mí sólo me hicieron abrir mi corazón
para que Dios moldeara él, los que me cerraron puertas me hicieron ver que del
lado de la puerta cerrada tenía 20 puertas abiertas, las personas que no
quisieron quedarse de mi lado dejaron un espacio para que las personas que
realmente me amaban, los que me hirieron me hicieron ser más misericordioso,
cuando no tenía un hermano que me extendiera la mano Dios envió un buen
samaritano, cuando estaba perdido condenado al infierno Jesús pagó un alto
precio por mi vida, cuando creía que yo no tenía lugar en el mundo el Papa me
dio un llamamiento, cuando se acabaron los amigos el Espirito Santo me mostró
lo que realmente es ser un amigo. En ese tiempo satanas intentó de todo, y
continúa intentando, pero puedo caer, levantar, caer de nuevo, levantar de
nuevo, puedo cosechar las consecuencias de mi pecado y perder varias cosas que
no me volveré, pero mi corazón Satanas no lo lleva, es totalmente de Jesús. Lo
mejor que podemos hacer es entregar el corazón a Dios, vivir un día de cada vez,
sabiendo que vale la pena renunciar a todo lo que ha en este mundo, lo que Dios
puede hacer en nuestra vida, no ha nada que se compara, y cuando las cosas parecen que se vuelven más
difíciles, Jesús nos muestra que toda dificultad es una oportunidad de
crecimiento.
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