10 NUESTRA HERENCIA ESTÁ
MÁS ALLÁ DE LO QUE PLANIFICAMOS
Al final del discurso inicial del sermón del monte Jesús hace una promesa final
y grandiosa, pero también nos habla diciendo que dependiendo del entendimiento
de quien escucha, nuestra vida puede ser de derrotas o ser una vida victoriosa.
Vemos que dentro de muchos mensajes la visión de la palabra victoria, en la
visión raíz de la palabra, ha sido destorcida, pues ella está siendo, la
mayoría de las veces, ligada a cosas materiales o a sentimientos. Necesitamos
tener un equilibrio en nuestra vida, pero cuando escuchamos que todo lo demás
es malo, escuchamos algo que es peligroso de seguir, pues cuando se trata de
una relación con Dios, la gran verdad, es que cuanto más busco la presencia del
Señor, más recebo revelaciones de su palabra, y eso me llevará a niveles de
conocimiento de mi identidad, y a un conocimiento de quién es Dios. Siendo así
no es incorrecto planificar la adquisición de cosas materiales, pero al final
de todo, lo que importa es lo que usted aprovechó de ellas, y la gran verdad es
que sin Dios cualquier conquista que alcancemos no va a llenar el vacío de
nuestra alma. Galardón es algo que está relacionado con la palabra premiación,
es un regalo que cada uno va a recibir de acuerdo con su esfuerzo por vivir el
Reino de Dios. Sólo que nos perdimos muchas veces, por no entender que no
tenemos ni idea de lo que está preparado, y empezamos a asignar a cosas
superficiales, cosas palpables, así como la palabra muestra en el libro de
Éxodo cuando Moisés se quedó, cuarenta días fuera, el pueblo hizo un ídolo,
pues el ser humano siente la necesidad de ver las cosas por nuestra propia
óptica. Resumidamente lo que el Espíritu Santo quiere mostrarnos es nosotros
seremos perseguidos por nuestros principios, pues el que no quiere caminar
limpio, va a intentar ensuciar al que intenta purificarse, el orgulloso que no
renuncia a su autosuficiencia va a intentar destruir la humildad de los que se
exponen a Jesús, y si nuestra esperanza está basada en conquistas materiales o
sentimentales, viviremos una vida miserable dentro del evangelio. Es tiempo de
volver a dejar de querer cambiar el mundo, pues él está condenado a la
perdición, necesitamos enfocar en personas, no queriendo sacar lo que tienen de
mal, sino producir a través del amor de Jesús, cosas buenas dentro de ellas, y
así automáticamente todo que es imperfecto se van a convertirse en perfectas,
por las manos del único y eterno creador.
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