¿Cuántas
veces pasamos por momentos en que da ganas de desistir de todo, de abandonar
todo aquello que conquistamos desistir de nuestros sueños, y hasta de la
voluntad de desistir de vivir. No entendemos el porqué de algunas situaciones,
y las dudas empiezan a sofocarnos, y hasta servir a Dios y buscar a El es
difícil, no queremos llorar, porque creemos que el Padre no se importa, también
guardamos lo que estamos pasando porque miramos para el lado y no vemos a nadie
en que confiamos y que pueda ayudarnos. Jesús cuando resucitó y subió al cielo,
nos dejó el Espíritu Santo, que es nuestro consolador, pero para tener una
relación real y verdadera con él, se necesita esfuerzo, hay que renunciar. Pero
ni todos están con ganas de pagar un precio, pero Jesús como ejemplo pagó en la
cruz, sin embargo pagar un precio no está relacionado sólo con el sufrimiento,
sino principalmente con crecimiento. Cuando la Biblia nos muestra que tenemos
que luchar contra el pecado hasta la sangre, es porque hay cosas que parecen
difíciles, pero cuando las vencemos, el resultado que alcanzamos nadie puede
sacar, y ninguna situación cambia a lo que aprendemos. Lo que Dios quiere
enseñarnos con todas las luchas, es que la verdadera prosperidad, la verdadera
paz, es vivir feliz por estar vivo, y no ser dependiente de ninguna situación
para tener paz, saber que nosotros no somos cualquiera, que somos Hijos de un
padre, que mueve cielos y tierra en nuestro favor. Hoy el Espíritu Santo va a
derramar una unción de fuerza sobre su vida, de esperanza, y aunque usted no
tenga más ánimo, use su último suspiro para buscar a Dios, y usted verá lo que
Dios puede hacer.
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